Es extraño como, según tu entorno, consigues replantearte las cosas.
Aún viviendo en Polonia, mi prioridad era trabajar en proyectos nuevos. Ahora, aquí en Bucarest, es trabajar en lo de toda la vida, disfrutar de mi tiempo libre y de los que me rodean.
¿Es la gente? ¿El clima? ¿Uno mismo?
No lo sé. Tampoco me importa, la verdad.
Llevo veintitantos años sin vacaciones (como suelo decir, vacaciones para mí es estar sin trabajar más de 3 días seguidos), y sigo sin considerar que las necesite.
Eso sí, momentos de desconexión y disfrute, como un simple café bien hecho en el jardín trasero del bar de al lado de nuestra casa rumana, son un placer que cargan pilas.
Lo material está sobrevalorado. Busquemos experiencias. Esas no caducan con el tiempo.